ALADINO ALUMBRANDO A ESA
CRIATURA QUE ES EL RELATO
o
DE CÓMO EXTRAER EL GENIO
(CREATIVO)
DE LA LÁMPARA MARAVILLOSA
(NUESTRA MENTE)
A veces a los escritores nos sucede algo realmente
raro: que tenemos un antojo o nos ponemos de parto, que ansiamos sacar a la luz
algo que llevamos dentro, pero no sólo no sabemos cómo parirlo, sino que
incluso ignoramos qué es “eso” que pugna por salir y que necesitamos alumbrar.
Esta es mi propuesta, expresada llanamente: ¿Quieres escribir un relato y no
sabes cómo, ni qué, ni por donde empezar? Voy a proponerte lo que algunos
llamarían “un simple truco”, pero que yo, menos zafiamente, denominaría “el
deseo embotellado”, “el genio de la lámpara”, o “Aladino a mis pies”.
Se trata de situarse (como si se
tratase de otra persona) delante de uno mismo y preguntarnos, no qué es lo que
queremos escribir, sino qué es lo que en ese momento desearíamos leer. A todos
nos ha sucedido que, en un instante determinado, nos apetece tal o cual clase
de lectura. Puesto que siempre resulta más fácil recibir que dar, enseguida nos
surgirá imaginar el relato que sería de nuestro agrado en ese momento, acorde
con nuestro estado de ánimo.
Elijamos a nuestro gusto
(hurgando en nuestra imaginación, o en el cajón de los caprichos, o en el rincón de los sentimientos) ese relato
que nos gustaría leer, un relato en el que acaso predomine la intriga, el
humor, lo intimista, la anticipación, el amor, el erotismo o las aventuras. Muy
bien. Acabamos de dar el primer paso. Ahora debemos seguir preguntándonos si
nos gustaría que, ese relato que desearíamos leer, tuviera uno solo o muchos
personajes, y cómo nos gustaría que fuera la trama de ese deseado libro.
Una vez establecidos algunos
pormenores, debemos continuar bajando a más detalles de la trama, de los
personajes, del desarrollo y del final de ese relato que ansiaríamos leer en
ese momento, tomándonos todo el tiempo que sea preciso para fantasearlo. Una
vez que, tras darle todas las vueltas que nos apetezca, hayamos imaginado con
todo detalle el relato que nos gustaría leer, sólo nos queda coger papel y
bolígrafo, o abrir el ordenador y ponernos a escribirlo tal como nuestro deseo
de leerlo lo ha concebido. Yo he practicado este juego alguna vez y puedo
afirmar que, además de fecundo, es muy divertido.